El futuro de las interfaces cerebro-computadora: serán seguras
La ciberseguridad es un tema clave para muchas empresas e individuos, pero la seguridad neuronal puede ser el futuro de la privacidad en tecnología. Un nuevo estudio de NCC Group se adentra en detalle sobre las Interfaces Cerebro-Computadora (ICC), las cuales podrían representar una amenaza significativa para la libertad personal. Las ICC plantean una serie de preguntas éticas, legales y existenciales sobre cómo brindar garantías sobre sistemas que no pueden ser controlados, como el cerebro humano.
El transhumanismo es un tema clave que describe la forma en que las personas fusionarán sus mentes con el uso de la tecnología para mejorar las capacidades cognitivas y físicas. Un ejemplo de esto se ve en Neuralink, que ha intentado hacer avances al incorporar ICC directamente en el cerebro. Si bien estos dispositivos pueden tener sus beneficios, como ocurre con toda tecnología, pueden ser susceptibles a ataques, representando una amenaza muy real para aquellos que utilizan estas ICC una vez que estén disponibles.
¿Cómo funcionan las ICC?
Las ICC se dividen en tres categorías diferentes:
- ICC no invasivas
- ICC parcialmente invasivas
- ICC invasivas
Según los hallazgos de NCC Group, las ICC no invasivas suelen ser sensores aplicados en la cabeza de una persona o mediante el uso de un casco o exoesqueleto con sensores. Estos dispositivos simplemente leen datos del cerebro de una persona y se utilizan en función de monitoreo. Dado que esta versión de las ICC tiene limitaciones en lo que pueden hacer, no pueden utilizar eficazmente señales de alta frecuencia debido a la resistencia del cráneo. Estos dispositivos funcionarían de manera similar a un electroencefalograma (EEG).
Las versiones parcialmente invasivas se implantan dentro del cráneo humano, pero no descansan directamente sobre el cerebro de una persona. Debido a esto, estas ICC tienen un menor riesgo de crear tejido cicatricial, ya que solo existen en la materia gris del cerebro. Utilizando estos dispositivos, las personas han demostrado la capacidad de hacer funcionar dispositivos electrónicos sin necesidad de usar sus manos a través de señales transmitidas por el sensor.
Un ejemplo de ICC invasiva es Neuralink, y estos dispositivos se colocan directamente debajo del cuero cabelludo para transmitir señales dentro y fuera del cerebro. La principal desventaja de esto es el uso de una cirugía invasiva y el potencial de que se forme tejido cicatricial alrededor del sitio, lo que puede provocar efectos secundarios como convulsiones. El chip de Neuralink permite la transmisión de información a través de Bluetooth.
ZFS: El sistema de archivos que revolucionará Mac OS XUna parte clave de esta tecnología de ICC es la forma en que se puede aplicar a la inteligencia artificial y al aprendizaje automático. Utilizando inteligencia artificial y aprendizaje automático, la tecnología se ha asociado con el movimiento basado en la actividad cerebral hasta el punto en que puede predecir movimientos futuros basados en esa misma información. Se pueden utilizar diferentes interfaces mediante seguimiento ocular, reconocimiento de voz, tecnologías de realidad aumentada/virtual, tecnologías inalámbricas y almohadillas de detección muscular.
Los problemas con las ICC
El mayor problema relacionado con el uso de ICC son las amenazas de seguridad que pueden surgir al utilizarlos. Mientras que un usuario de una computadora puede perder datos o el uso de su dispositivo, los costos de tener una ICC implantada y hackeada son mucho mayores. Si un actor malintencionado lograra acceder a la ICC de un usuario, esto podría llevar a la parálisis, daño cerebral grave e incluso a la pérdida de vida.
Aunque estos riesgos pueden ser graves, a corto plazo se justifica una investigación inmediata sobre cómo mitigar estos posibles ataques a través de diversas medidas. Según el informe, "gran parte del impacto de los ataques adversarios se puede mitigar mediante una seguridad inteligente en el diseño de las ICC".
Los problemas comienzan desde el proceso previo a la implantación y se extienden a lo largo del camino, desde garantizar que la cadena de suministro se mantenga segura hasta proteger las tecnologías inalámbricas como Bluetooth en sí mismas. Hasta que se puedan solucionar estos problemas y se pueda regularizar esta tecnología, es poco probable que las ICC se conviertan en un objeto común en el corto plazo, ya que muchas industrias apenas están comenzando a rascar la superficie de lo que esta tecnología es capaz de hacer y los peligros potenciales de utilizarla.
¿Pueden estos dispositivos realmente ser el futuro?
A medida que aumenta la fase de investigación y desarrollo sobre el uso de estos dispositivos para diversos fines, es importante tener en cuenta que las medidas de seguridad no están aún a un nivel aceptable. La escasa regulación en los requisitos de seguridad hace que esta pieza de tecnología sea extremadamente vulnerable y arriesgada a corto plazo. La clave para la neuroprivacidad llegará a medida que se desarrollen los dispositivos de ICC.
Algunas de las posibles soluciones para estos problemas pueden ser tan complicadas como mantener actualizaciones de firmware para garantizar que el dispositivo tenga las actualizaciones de seguridad necesarias o simplemente tener un interruptor de apagado para el dispositivo de ICC en caso de compromiso. De cualquier manera, la necesidad de resiliencia es esencial, ya que la dependencia de esta tecnología sin duda se convertirá en un factor real en las próximas décadas.
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