30 años de vida democrática

30 años de vida democráticaEn la noche del 30 de octubre de 1983, el Presidente Alfonsín, ganador neto de las primeras elecciones después de la Segunda Década Infame, le ofreció a Italo Luder, integrar la Corte Suprema de Justicia, precisamente para, desde ese Poder del Estado, controlar la vida democrática. El ganador le ofreció al vencido el poder de controlarlo: ese gesto de grandeza tal vez haya pasado desapercibido para muchos pero no para quienes, como quien esto escribe, sufrimos la dictadura no en la cárcel o en el exilio sino en el ninguneo de cada día.Mucho se podrá escribir sobre la dialéctica entre “don Raúl” y “Saúl querido” y las intervenciones de Monseñor Bufano, quien  los sentaba en la cocina del obispado de San Justo para compartir las milanesas que él mismo cocinaba. Mucho se podrá decir sobre el Nunca Más  que el Presidente Alfonsín encargara a personas de prestigio o  sobre los juicios contra las cúpulas militares, juicios  en manos de los jueces naturales y no a cargo de comisiones especiales, jueces que, bueno es recordar, habían jurado por las reglas estatales del Proceso Militar. El Presidente Sarney y el Presidente Alfonsín se mostraron mutuamente sus avances atómicos, abrieron las fronteras y echaron las bases del Mercosur. Mucho se podrá  decir sobre sus aciertos o sobre sus errores, entre los cuales uno de los peores fue el famoso “como decía mi madre ‘Dios puso su mano´¡Felices Pascuas!” con que sellara el mal negocio con las Caras Pintadas. Mucho se podrá decir… Pero nunca dejaremos de decir: “Gracias, don Raúl, por haber existido. Descansa en paz”.Dentro de media hora salgo a votar. Sin “don Raúl” tal vez estas elecciones y  las anteriores, no hubieran sido posibles.  27.10.2013, 07:24 a.m.Rodolfo Capón Filas

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