Reflexiones para entender muchas cosas de la situación actual (enmascarada con el humo de la crisis)
Reflexiones para entender muchas cosas de la situación actual (enmascarada con el humo de la crisis)
Fernando Sánchez Calero (Casa del Libro)
“¿Quiénes son los pobres? Los nietos de los ricos”. Aforismo castellano
Cuando analizas lo que ocurre en una empresa o una sociedad,
debes buscar las causas que provocan su situación, porque sólo
trabajando sobre las causas, puedes cambiar los efectos. Y no
tengo ninguna duda de que una de las principales causas de la
prosperidad que vivimos en los años pasados fue la actitud de la
generación de nuestros padres, y una de las principales causas
de la crisis, es haber perdido esa actitud.
Recuerdo que hace años, un empresario brillante que viajó a
China para hacer negocios, me comentaba: “China va a ser
imparable. Cuando llegas allí el ambiente te recuerda la España
de los años 70. Todo el mundo quiere trabajar mucho, ahorrar,
comprarse su casa, su coche, que sus hijos vayan a la
universidad… Cuando una generación está así centrada, no hay
quien la pare” Este pensamiento me hizo reflexionar entonces y
me ha vuelto a la memoria al contemplar a las tres generaciones
que convivimos.
Mis padres tienen en torno a 70 años, y siempre han sido un
ejemplo de trabajo, honradez, austeridad, previsión y
generosidad. Pertenecen a una generación que, como dice mi
padre, les tocó el peor cambio: de jóvenes trabajaron para sus
padres y de casados para sus hijos.
Son gente que veían el trabajo como una oportunidad de
progresar, como algo que les abría a un futuro mejor, y se
entregaron a ello en condiciones muy difíciles. Son una
generación que compraba las cosas cuando podía y del nivel que
se podía permitir, que no pedía prestado más que por estricta
necesidad, que pagaban sus facturas con celo, y ahorraban un
poco “por si pasaba algo”, que gastaban en ropa y lujos lo que la
prudencia les dictaba y se bañaban en ríos cercanos, disfrutando
de tortillas de patata y embutidos, en domingos veraniegos de
familia y amigos.
Y tan sensatos, prudentes y trabajadores fueron, que
constituyeron casi todas las empresas que hoy conocemos, y que
dan trabajo a la mayoría de los españoles.
Sabían que el esfuerzo tenía recompensa y la honradez formaba
parte del patrimonio de cada familia. Se podía ser pobre, pero
nunca dejar de ser honrado.
La democracia significaba libertad y posibilidades y seguir
viviendo en armonía y respeto.
Y cometieron los dos peores errores imputables a esa
generación:
1) “Que mis hijos no trabajen tanto como trabajé yo”. Nos
cargamos la cultura del esfuerzo y del mérito de un plumazo,
convirtiendo el trabajo en algo a evitar.
2) “Como tenemos unos ahorrillos, hijo, tu gasta, que para eso
están tus padres”.
Con lo que mi generación empezó a pensar que el dinero nacía
en las cuentas corrientes de sus padres, que daban la impresión
de ser inagotables y que los bancos eran unas fuentes
inagotables de hipotecas, rehipotecas y superhipotecas.
Y entonces, eclosionó nuestra generación (yo soy del 67). La
generación de los nuevos ricos, la generación de “los pelotazos”,
del gasto continuo, de la especulación, de la ingeniería
financiera, de la exhibición del derroche, la de lo quiero todo y lo
quiero ya, la de “papá dame”.
Y todos nos volvimos ricos (en apariencia), todos nos
convertimos en gastro-horteras. ¿Conocéis a alguien que se
atreva a comer un bocata de chorizo? Le corren a gorrazos por
paleto. Ahora hay que comer hamburguesas deconstruídas al
aroma de los almendros al atardecer. ¿Y qué decir del vino?
Pasamos del Don Simón con Casera, al Vega Sicilia sin fase de
descompresión. El vino ya no está “bueno”, ahora tiene matices
a fruta del bosque, con un retrogusto alcohólico, que adolece de
un cierto punto astringente, con demasiada presencia de roble.
Esto, por supuesto, a golpe de docenas de euro, que para ser un
“enterao” hay que pasar por taquilla. ¡Y es que pocas cosas
cuestan tanto, como ocultar la ignorancia!
Somos la generación de “endeudarse para demostrar que eres rico”.
Increíble pero cierto.¿Sólo debes 500.000 €? Es que eres un cutre. Mira, nosotros
debemos ya 2.000.000 y nos están estudiando una operación por
otros 2 más.
- Vosotros sí que sabéis sacar provecho al sistema… Ojalá yo
algún día pueda deber esas cantidades. ¡Cuánto envidio tus
préstamos!
En Alemania no daban abasto a fabricar Mercedes, Audis, BMW
para españoles.
Irrumpió Europa en nuestras vidas y llegó en forma de mega
infraestructuras que producían mega comisiones para todos los
involucrados. ¡Viva el cazo! ¡Viva el yerno del Rey! ¡Que se besen
los padrinos! Además llovían las subvenciones, nos daban una
fortuna por plantar viñas y luego a los dos años otra fortuna por
arrancarlas. Que llegaba un momento que no sabías si tenías que
plantar o arrancar. A propósito, ¿Qué toca este año?
Si algún “tarao” dice que hay que parar esto, se le lapida y “que
no pare la fiesta”. Por supuesto que todos estamos de acuerdo
que esto es imposible que se sostenga, pero hay que empezar a
recortar por el vecino, que lo mío son todo derechos esculpidos
en piedra en la sacrosanta constitución.
De la siguiente generación mejor no hablar (lo dejaré para otro
post). Esa es la generación que dice el aforismo que será pobre,
por ser nieta de ricos.
Si somos incapaces de volver a los valores con los que se
construye una sociedad sostenible, nos hundiremos, eso sí,
cargados de reivindicaciones.
En mi casa siempre he tenido un ejemplo vivo de cordura,
honradez y esfuerzo. Y no han sido menos felices que nosotros.
Los psiquiatras, de hecho, dicen que al revés, que han sido
bastante más. Debe ser que la sencilla tortilla, el melón
fresquito, comprar el sofá cuando se podía, poner las cortinas
cosidas por nuestra madre, con ayuda de la abuela, trabajar y
echarle huevos para emprender (aunque no lo llamaban así) no
debía ser mala receta.
Desde aquí quiero dar las gracias a mis padres y a toda esa
generación que nos regalaron un país cojonudo, que nos hemos
encargado de arruinar (entre todos, que todos hemos aplaudido
la locura), y que sólo con que nos descuidemos un poquito más,
le vamos a dejar a nuestros hijos un protectorado chino, donde
serán unos esclavos endeudados y tendrán unas historias
legendarias sobre la prosperidad que crearon sus abuelos,
empeñaron sus padres y son incapaces de imaginar los nietos.
Estamos a tiempo de cambiarlo, pero cada vez tenemos menos.
Podemos encontrar maestros en casa y no en el "Madrid Arena.")
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