Las políticas de la TSA son una broma de mal gusto

La crítica a las políticas de la TSA

Probablemente el experto en seguridad informática y criptografía más famoso del mundo, Bruce Schneier, acuñó el término "teatro de seguridad" en su libro Más allá del miedo. El libro hace referencia a los procedimientos de seguridad diseñados para dar la impresión de que se está haciendo algo para mejorar la seguridad sin proporcionar ningún beneficio real en cuanto a seguridad se refiere. Desde entonces, el término se ha aplicado cada vez más a las medidas de seguridad en los aeropuertos, especialmente las implementadas por la Administración de Seguridad del Transporte de Estados Unidos (TSA, por sus siglas en inglés).

Existen razones válidas para la crítica hacia las políticas de la TSA. Además de las quejas relacionadas con invasiones de privacidad y la complejidad añadida al proceso de viajar en avión, los fallos dramáticos han afectado negativamente la imagen de la TSA. La implementación y uso de una "Lista de Vigilancia contra el Terrorismo" ha generado numerosos falsos positivos, incluyendo a un niño de ocho años y al senador estadounidense Ted Kennedy. Recientemente, el caso de Umar Farouk Abdulmutallab, quien intentó hacer estallar un avión el día de Navidad de 2009, ha estado en la mente de las personas. Este individuo logró evadir la seguridad del aeropuerto, pero fue detenido por un pasajero civil. Este caso podría ser un fuerte argumento en contra de los procedimientos de seguridad en los aeropuertos si no fuera porque no es la primera vez que ocurre. En 2001, Richard Reid se hizo famoso por intentar hacer estallar un avión con una bomba escondida en su zapato. También logró evadir la seguridad del aeropuerto y fue controlado por los propios pasajeros.

El teatro de seguridad en los aeropuertos

Los procedimientos simplificados utilizados para revisar los zapatos de los pasajeros que surgieron a raíz del incidente causado por Richard Reid fueron ampliamente criticados por ser una representación del teatro de seguridad. Sin embargo, al menos parece abordar directamente el problema a primera vista. Por otro lado, las propuestas presentadas posteriormente para evitar que los pasajeros abandonen sus asientos resultaron más bien risibles. Después de que Umar Farouk Abdulmutallab pasara veinte minutos en el baño del avión justo antes de ser detenido por otro pasajero (quien, por supuesto, dejó su asiento para detener al pretendido terrorista), muchas personas pensaron que se trataba de una broma. Estas propuestas captaron la atención de muchos y parecían sacadas de un chiste en lugar de ser medidas serias para prevenir futuras amenazas a la seguridad aérea.

El problema actual de la seguridad en los aeropuertos

Sin embargo, el caso más reciente de fallas en la seguridad de los aeropuertos es todo menos una broma. Resulta ser una punchline especialmente mala que combina muchos de los errores más conocidos de los últimos años en un solo y terrible chiste que nunca debería haberse hecho. Los pasajeros han tratado de agregar un poco de humor al cada vez más frustrante proceso de pasar por seguridad en los aeropuertos, como se vio en el caso de la Comunicación de la TSA, pero esta vez el culpable es un agente de la TSA.

Según el artículo No fue una broma en el control de seguridad, la pasajera Rebecca Solomon vivió 20 segundos de terror al pasar por el control de seguridad del aeropuerto:

Después de sacar su computadora portátil de su bolsa de mano, pasar los objetos por las máquinas de escaneo y caminar por el detector, fue dirigida hacia un agente de la TSA.

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Él le mostró una pequeña bolsa de plástico transparente que había sacado de su bolso de mano: el tipo de bolsa en la que usualmente vienen unos pendientes. Dentro de la bolsa había un polvo blanco fino.

Por supuesto, la bolsa no era de ella, y tampoco lo era el polvo blanco. Nunca lo había visto antes, y el agente de la TSA lo sabía:

Ponte en su lugar y cuenta hasta 20 segundos. Su corazón palpitaba. Empezó a sudar. Entró en pánico al tener que explicar algo que no podía entender.

Imagínate su expresión cuando el empleado de la TSA comenzó a sonreír.

Es solo una broma, dijo. Agitó la bolsa. Era suya.

Realmente no se puede empeorar más la imagen de una agencia gubernamental cuya imagen ya era una de las peores del país. El artículo resumió el evento de manera concisa y precisa:

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Lo último que esperamos es una broma de un agente de la Administración de Seguridad del Transporte. Y mucho menos una tan estúpida como esta.

¿Puede empeorar la situación?

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