Los tehuelches

Los tehuelches viven al sur de Argentina y en el pasado subsistían casi exclusivamente de guanacos, armadillos y carne de otros animales. No cultivaban ningún producto, recogían plantas silvestres, raíces, semillas y frutos. Al igual que los Onas, tenían perros domesticados que empleaban para la caza. El caballo comenzó a formar parte de su alimentación tras su introducción en 1725.

Huake, el ultimo cacique de la tribu aónikenk de Camusu Aike

No construían viviendas permanentes, aunque solían utilizar una especie de tienda de piel a la que llamaban toldo. A veces se resguardaban en cuevas y cobertizos de cuero. En cada campamento vivían unas veinte personas. En el interior de los toldos dormían sobre pieles de caballo, y cuando se levantaba el campamento, las viviendas se desmantelaban y los postes y pieles se transportaban a lomos de los caballos.

Su medio de transporte hasta la llegada del caballo consistía en un pequeños  botes. También con la llegada del caballo se impulsó su artesanía, y los tradicionales arcos y flechas fueron reemplazados por las bolas y el lazo. Estas boleadoras son un arma de dos o tres correas y 2,5 mt. de longitud, con una piedra en sus extremos. Se hacen girar por encima de la cabeza hasta que las piedras salen disparadas e impactan en el objetivo. El animal queda inmovilizado y después es rematado. Los tehuelches llegaron a ser grandes expertos con este arma, incluso a lomos de un caballo. Con la caza de guanaco y ñandu aseguraban su subsistencia. Los actuales gauchos aprendieron su forma de montar de los tehuelches y otras tribus ecuestres de la Patagonia y la Pampa.

Su aspecto físico era imponente, altos y de musculosos hombros. De hecho durante dos siglos se alimentó la idea de que eran gigantes de entre 3 y 3,5 mt. Vestían grandes mantos de piel de guanaco cosidas, con el pelo por dentro (al contrario que los onas) y se ceñían la cintura con una correa.

Su organización social giraba en torno al jefe o cacique. En tiempos de paz, éste se encargaba de elegir los lugares de acampada, el camino a seguir, y a veces las cacerías comunitarias. Si una familia no estaba contenta con el mandatario podía libremente abandonar el grupo e incorporarse a otro. Cuando aparecían hostilidades entre los grupos, el jefe asumía el papel de caudillo guerrero. Los tehuelches usaban una larga lanza en sus ataques, y también una boleadora perdida, de una única bola usada con intención de herir, en vez de enredar. Los prisioneros se convertían en una especie de esclavos que recogía leña y acarreaba el agua, pero por lo demás vivían igual que el grupo.

La riqueza se medía en cantidad de caballos, moneda de pago para los casamientos (precio de la novia). En cuanto a su mitología existían diversos espíritus malignos (gualichos) que se intentaban ahuyentar a base de gritos y gesticulaciones. Los chamanes tenían gran influencia a la hora de curar las enfermedades producidas por los gualichos, exhortando al enfermo a expulsar al espíritu. Si alguien moría se colocaba el cuerpo en la parte alta de una colina y se construía un túmulo de piedras, cuyo tamaño oscilaba en función de la riqueza del difunto

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