La moda no incomoda

En la década de los años 20 se asoma el figurín de la nueva Europa. Comienzan cambios en las tradiciones y los pudores. Al vestido corto le sucede el vestido largo a los talles cortos los talles largos, los trajes estirados se remplazan con tablones y volados, de una enagua se pasa a dieciséis. Hasta 1820 no se mencionan las modistas en calzado se usa el taco alto y los peinados eran extravagantes, los zapateros responden a la perfección con los pedidos del nuevos calzados.

Cabello y su cuidado: los primeros días de la Revolución los patriotas y españoles peinaban y vestía sus cabellos de manera distinta.

En 1830 comienzan los cambios: peinados con raya al medio, con bucles, patillas, jopos, rodetes, melena, flequillo en el hombre.

En las mujeres trenzas sujetas con peinetas, un moñito de cinta de color, los postizos y los rellenos son muy feos y bastante despreciados.

Con respecto al corte del pelo, había quienes la usaban con pelo corto y se la llamaba “peladas” y los de pelos largo “pan de leche”.

Accesorios:

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Las peinetas, que eran chicas, se hacen gigantes. Son cóncavas, ambos lados con grabado y relieve, esto evoluciona hasta convertirse en peinetón.

El peinado

Es alto y con bucles, rinde tributo al romanticismo, y con la peineta de concha dan a la cabeza un carácter monumental.

En el campo

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El chiripá rabón corto, de los albores de la independencia, se fue alargando. En tiempos de Rosas, cubre la rodillas en la entrepierna. En tamaño, es el exacto sustituto del calzón que lo procedió y permite el lucimiento del calzoncillo cribado. No se instala para el gaucho por ser un articulo de lujo, el bordado lo encarece y, entonces el chiripa se alarga.

El pañuelo de cuello, de fino hilo o seda, bordado como prenda de amor, iba atado sobre dos puntas cruzadas en apretado nudo final. Chaqueta y chaleco se usaron juntos o separados. La camiseta o camisa de cuello volcado, lisa, puño, apretado y prendido con botones o cosido encima, el refajo o ceñidor, de lana o seda, y luego, desalojándolo, la rastra, ancho cinturón de cuero con bolsico (bolsillos), que mas tarde se lo ha llamado, a lo vasco, tirador, olvidando que la acepción gaucha de esta ultima palabra era la de la trenza de cuero que corría por el pértigo de las carretas y servía para el tiro de las yuntas delanteras. La bombacha destrona al chiripá. Tan amplia y cómoda como éste, es más firme y fácil de vestir.

El poncho, amplio y generoso, fue prenda genuinamente gaucha. Defensa de su dueño y cabalgadura, por eso diferente. Lo proveyeron en particular las provincias del norte merced a su rústicos telares que hacían firme la contextura de su trama. Se tejían de hilo y algodón y había un poncho de verano o baratito llamado "calamaco". Con la gruesa lana de las ovejas pampas o criollas se hicieron los ponchos cordobeses o los pampas, ambos de muy fuerte trama. También existía el poncho de auténtica vicuña, lujo de ricos estancieros, muy abrigados y más impermeable.

Las lanas eran teñidas. El rojo punzó era proporcionado por la cochinilla, parásito muy abundante en cactáceas del noroeste. Como fijador, se utilizaron el alumbre y los orines fermentados, aveces la sal o el bórax, pues el rojo de esas cochinillas era muy duro. Infinidad de plantas y raíces -coronillo, espino negro, sombra de toro, quebracho blanco- proporcionaron el amarillo. El marrón provino de las tierras ferruginosas, el timbó y el quebracho colorado. Yuyos diversos organizaban el azul. El negro lo daban petiribí o nogal del norte, entre otras muchas fuentes. Los humores políticos imponían sus caprichos. En época de Rosas, escribe Quesada, los hijos de la tierra tenían obligación de llevar chaleco colorado, divisa en la chaqueta y cintillo en el sombrero o gorra: "todo era colorado entonces: los uniformes de la tropa, los ponchos de los gauchos, los rebozos de las negras, todo era colorado". La caballería usaba chiripá colorado, camiseta y gorra de manga del mismo color, calzoncillos blancos y botas de potro, con espuelas de hierro. Hasta los caballos llevaban testeras del ampulosas y plumas coloradas y las colas atadas con cintas del mismo color. Para los unitarios, el atuendo remataba con un barbijo en forma de "U", y en chuletas españolas a lo Francisco José de Austria, para los federales.

La bota de potro deja lugar a la bota fuerte o la popular alpargata, introducida y generalizada por los vascos. Para 1840, el chiripá pasa ya de moda, y es suplantado por el pantalón ancho. El campesino pobre usa poncho y recado ordinario. Colgando del recado, chifles de caña, y en la cabeza delantera una bolsita de galleta y sal. No faltaban quienes se acompañaban de sable y trabuco.

Historia de la vida privada en la Argentina. Ricardo Cicerchia. Editorial Troquel. 1999.

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