El reparador de sueños

El reparador de sueños

Sonia Spreafico

Abogada (UNL), Doctoranda en Derecho Penal (UNL), miembro del EFT. Reside en Crespo, Entre Ríos

“Francisco no es sólo un nombre: es un proyecto de Iglesia”

Leonardo Boff, ex sacerdote brasileño, Doctor en Teología.

Juan XXIII decía, en los prólogos del Concilio Vaticano II, algo más o menos así: “abramos las ventanas de la Iglesia para que los nuevos vientos de cambio barran el polvo imperial y pueda entrarel sol de los pobres”.

Sabia heredera del Imperio Romano, la Iglesia Católica siempre actuó políticamente: después del asesinato del Juan Pablo I, la designación de Juan Pablo II fue el giño al enfrentamiento con el comunismo desde un lugar, cuanto menos, interesante: apoyando las luchas por la democratización en Europa del Este. Resulta simbólico ungir Papa al obispo polaco que apoyara las luchas del Sindicato Solidaridad de Lech Walesa. La claudicación de Ratzinger muestra la torpeza política de su designación (por eso es probable que sea el único Papa emérito en la Historia de la Humanidad).

Antes, Paulo VI, formado por su antecesor Juan XXIII, había dado vida al Concilio Vaticano II, pero los sectores conservadores que siempre acechan, lograron doblegar el espíritu impetuoso del autor de la magnífica Populorum Progressio.

Por cosas como estas, inauguré con un reproche mi amistad con Rodolfo Capón Filas, cuando lo conocí en Paraná, en Junio de 2007: “la Iglesia Católica le debe al mundo renovar el espíritu del Concilio Vaticano II”, recuerdo que le dije.Al otro día, en respuesta, el maestro cerraba la Conferencia de Clausura del Tercer Congreso Entrerriano de Derecho del Trabajo invitándonos a ser misioneros de la Constitución Nacional y obreros del Evangelio.

Ahora, el único Imperio occidental cuyo expansionismo no está vinculado al territorio sino a las personas,por primera vez ha nombrado Emperador a un jesuita latinoamericano que según trascendidos, despierta fervorosa adhesión entre los miembros del Senado Romano, hoy llamado Cónclave de Cardenales.

¿Pudieron prever los dueños del poder político del Vaticano que lo primero que haría sería homenajear al Santo de los Pobres, llamándose Francisco? ¿Lo eligieron por eso? ¿Imaginaron que tan prontamente iba a meter las manos en la masa,con el Banco Ambrosiano y con los serios problemas que tiene la iglesia con la paidofilia? No tengo respuestas para estos interrogantes, las que creo, me las dará a su tiempo, el proceso histórico. Hoy, cualquier respuesta se inscribiría en el terreno de lo especulativo.La única certeza es que la Iglesia se muestra empeñada en saldar su deuda con la Humanidad, especialmente después de haber nombrado Papa nada menos que a un filo nazi.

De todos modos,algo de todo esto podía vislumbrar hasta el más distraído: el ex obispo de Buenos Aires apoyó valientemente el Movimiento de Curas Villeros, la tarea de la monja Pelloni con la niñez, el Evangelio en clave de rocanrolde César Scicchitano.

Amoroso con todos, pero hasta el extremo con los pobres, Francisco abraza, saluda, escucha.Las estirpes condenadas a Cien Años de Soledad no van a él, no necesitan hacerlo: es él el que va a ellas, a buscarlos otra vez para la Historia.

Y avanza luminoso el Reparador de Sueños, cantando el júbilo del Sermón de la Montaña.

Tiemblen, fachos: la Iglesia Católica vuelve a poner en marcha otra vez la Revolución de Galilea. Desde el fin del mundo para todo el mundo.

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