Cuestiones y cuestionamientos de la Justicia del Trabajo. Mario Elffman. Comenta RCF

Cuestiones y cuestionamientos de la Justicia del Trabajo. Mario Elffman. Prólogo de Eduardo Álvarez, Rubinzal-Culzoni editores. Buenos Aires, 2014, 171 págs.Con el autor me une una larga relación, formada por intereses comunes y alentada por cosmovisiones diferentes pero no contrapuestas. Mario integra con Mauricio Birgin, Helios Sarthou, Jorge Rendón Vásquez, Reginald Felker y don Héctor-Hugo Barbagelatta, la nómina de aquellos amigos con los cuales, respetando nuestras diferencias, construimos un poliedro que expresamos, junto con muchos más, en las Bases Constitucionales de América Latina y el Caribe. Por eso, lo apoyé cuando, durante la Tercera Década Infame fuera sistemáticamente impedido de integrar la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo y le alenté para que siguiera concursando.  Por eso, con respeto y empatía he leído este importante libro, que encierra no sólo conocimiento sino, sobre todo, cercanía a los trabajadores, sujetos de especial tutela constitucional, como ha afirmado el Alto  Tribunal (mal llamado “Corte Suprema”, denominación normativa que no  condice con República). Esa especial tutela, como bien sostiene el autor, será imparcial pero no neutral, tema que no suele ser comprendido fácilmente (pág. 125) ya que, en palabras de Einstein, es más fácil desintegrar un átomo que un preconcepto (pág.122).El autor habla desde su interior, no desde la sola razón. Este dato hominiza (en terminología de Teilhard de Chardin) el libro, escrito por un hombre que trabajó como abogado y luego como juez. Nunca fue un juez, siempre un hombre que  trabajó como tal. Por eso, debe ser leído con respeto y consideración, ganados por su labor constante y transparente. El trato dado en las audiencias para que el trabajador se sintiera en su casa (pág.31), los informes por escrito sobre la labor del juzgado a su cargo, el respeto  por los abogados (pág.142), habla claramente de un modelo de juez, no progresista o politizado, sino, simplemente, un hombre-que trabaja-como juez. Al relatar la historia de la justicia del trabajo desde antes, durante y después de la Segunda Década Infame(la dictadura militar), hubiera sido útil preguntarse de qué clase social provienen los jueces del trabajo (Däubler dixit) o a qué clase social quieren pertenecer (Teoría Sistémica dixit). Lo mismo por qué durante la Tercera Década Infame todos los jueces de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo (menos uno) aceptaron alegremente compartir un asado con el Presidente Menem en la Quinta de Olivos. Además, cabría interrogarse cómo pasan los jueces los fines de semana, a qué quinta van, qué clubes comparten. Preguntas simples cuya respuesta tal vez ayude a a comprender porque todavía se mantiene el ejército de meritorios (trabajo esclavo, realmente) o por qué no se cubren los juzgados vacantes. Cabe señalar que al juez corresponde, no sólo dirimir los conflictos (pág.124) sino también concretar la justicia en la situación que se juzga (Goldschmidt dixit). No en vano la gran obra de Cossio comienza con la sentencia.Después del destino cruel de Campagnoli, los jueces suplentes que ya han superado los 40 años, ¿tienen tranquilidad para resolver?, ¿ tienen serenidad espiritual para concretar “el derecho a tener derecho” (pág. 70)?,o ¿estarán tentados de  “cortar y pegar” las soluciones u opiniones favorables al poder económico o al poder político? Mario Elffman, al invitarnos a leer su libro, nos ha incitado a  debatir, como señala Eduardo Alvarez en el Prólogo (pág.7).Por esto, dejo señaladas tales preguntas,, que posiblemente puedan repicarse en toda nuestra Patria Grande. Si a autor le gustó lo de Chávez (pág. 118) (a mí me gustó), espero le gusten estos interrogantes. Rodolfo Capón Filas11.02.2014

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