Las Jaulas

Las JaulasProyecto editorial: Darío CocettaRedactor responsable: Héctor Hugo Boleso Seda. Un libro bello. Una historia de viajeros. Una historia de amor. El libro narra la vida de un imprevisto Marco Polo (Hervé Joncour), recorriendo la ruta que lo llevaba desde su campiña francesa al lejano Japón de los shogunatos (a la casa del comerciante Hara Kei). Lo hará año a año, para traer de regreso a su pueblo (Lavilledieu) las huevas de gusano con la que producirán la preciada seda. Cada año, el protagonista será esperado por los suyos para vivificar la producción que les permitiría la subsistencia. En el medio, un amor que busca su fragancia inasible en cada viaje. Y otro amor, que camina hacia la soledad. Jaulas para honrar la fidelidad. En el texto aparece, inesperado, la conciencia de las jaulas. “(Hervé Joncour) Comprendió que se hallaba en las inmediaciones de la residencia de Hara Kei cuando vio una gigantesca jaula que guardaba un increíble número de pájaros de todo tipo: un espectáculo. Hara Kei le había contado que se los había hecho traer de todas las partes del mundo. Había algunos que valían más que toda la seda que Lavilledieu podía producir en un año. Hervé Joncour se paró a contemplar aquella magnífica locura. Se acordó de haber leído en un libro que los hombres orientales, para honrar la fidelidad de sus amantes, solían regalarles joyas, sino pájaros refinados y bellísimos.” (1)Jaulas de oro. Le pido al lector o lectora, que detenga su lectura aquí. Levante su mirada, recuerde  y piense. El sistema que nos ha acunado desde el primer sollozo, nos ha prometido que la vida verdadera está aquí, en el mundo, a su mano. El televisor la ha difundido por décadas, y hoy las redes sociales lo siguen multiplicando. Usted, sabe como nosotros, que para vivir en ese mundo prometido, debe construir una hermosa jaula. Una casa con gente que le sirva (trabajadores de casas particulares, será el nuevo nombre del viejo sirviente). Una casa ostentosa o brillante, que no retenga el encuentro de sus habitantes. Hombres y mujeres detenidos cómodamente frente a muchas pantallas. Hijos en habitaciones, y mucho olvido. Para esa jaula muchos han luchado, y han tenido que perder la dignidad de poder decir no. Porque decir no, es muchas veces, reconocer algo en su ser que no acompaña más esa vida que moldea en la gente sus eternos ocasos.Más de la mitad del mundo sabe también, que esas jaulas ni siquiera le son ofrecidas ellas son para los seleccionados del sistemaPalimpsesto. ¿Cómo es el mundo en el que vivimos? Pareciera que es el amor de los nuestros, el que va diciéndonos que debes hacer. Siempre habrá una voz fraterna que te dirá: “Debes tomar lo que te ofrecen, te va a ir bien. Vas a estar mejor”. Pero esas palabras dadas con amor, ¿qué buscan? Ese decir, es un decir que en realidad, tiene mucho de enseñanzas para sobrevivir frente al poder. Y esas enseñanzas que nos dan quienes nos aman, encierran el mandato de sobrevivencia que recibieren ellos. Y ellos de sus padres, y aquellos de ancestros que se pierden en la memoria de otros que ya nadie nombra, ni recuerdan. Enseñanzas para sobrevivir frente al poder que construye esta matriz, agonal y fraticida. Aunque pueda verse como un ensueño, ese, es el campo de batalla del capitalismo.Uno llega a una cuna que te espera. Y esa cuna, no solo es mecida por aquellos que te aman y te esperan. Ella es mecida por miles de manos,.... millones de manos. Millones de manos han pasado antes que tu por ese momento, y millones de manos han modelado la arcilla que te rodea.Los gestos que a ti te muestran, han madurado y florecido hace siglos ya entre el golpe y las caricias entre el respeto y las degradaciones, el temor y el amor. En tus manos, francas, habitan casi eternas, manos que se han abrazado, saludado o enfrentado hace siglos. Como un palimpsesto.Vuelo de pájaros. La libertad. Es hermoso observar en la novela, como en la vida, como el amor rompe las cadenas que parecen eternas. “Así pudo ver (Hervé Joncour), al final , de repente , el cielo sobre el palacio tiznarse por el vuelo de cientos de pájaros , como si fuera un estallido de la tierra , pájaros de todo tipo , desorientados , huyendo hacia cualquier parte , enloquecidos , cantando y gritando , pirotécnica explosión de alas y nube de colores disparada en la luz y de sonidos asustados , música en fuga , volando en el cielo. Hervé Joncour sonrió.” “El pueblo empezó a bullir como un hormiguero enloquecido: todos corrían y gritaban, miraban arriba y perseguían a aquellos pájaros en fuga, durante años orgullo de su señor y ahora burla alada por el cielo”. (2) Un cielo de pájaros libres le avisa al protagonista que su amor es correspondido. La jaula, ya no lo es.¿Para qué sirven las jaulas? Lector o lectora, detenga su lectura y piense, y recuerde, todas las jaulas que en su vida se le han abierto. Día tras día. Jaulas de oro, jaulas ornadas, o simplemente jaulas con el alimento asegurado. No hablamos de situaciones extrañas, por el contrario, este sistema solo vive y sobrevive, recibiendo en sus innumerables jaulas, la energía humana que duerme para resguardarse de ese tremendo miedo que nos brota en la boca cada vez que sentimos que decimos una verdad que no le gusta al poderoso, que disgusta a los dueños del circo, a sus jefes, a sus maleteros, a sus mandaderos y a sus cobardes.Por ese miedo, pasamos nuestras horas de vida sobre esta piedra que gira, guareciéndonos en jaulas, construyendo jaulas, invitando a jaulas. Todo parecería inútil. Pero el texto, nos trae la esperanza y una dura verdad para el sistema una invitación para el lector o lectora en cada día, la respuesta a esa tremenda pregunta ¿para qué sirven las jaulas? “(Hervé Joncour) Llenaba hojas y hojas de dibujos extraños, parecían máquinas. Una noche Hèléne (su esposa) le preguntó: - ¿Qué son?-    Es una pajarera.-    ¿Una pajarera?-    Sí.-    ¿Y para qué sirve?Hervé Joncour mantenía los ojos fijos en aquellos dibujos.-    Se llenan de pájaros, todos los que se pueda, y después, un día en el que suceda algo feliz, se abren sus puertas de par en par y se mira como vuelan libres (3).(1) “Seda”, Alessandro Baricco, Anagrama, Barcelona, año 1997, pág. 46.(2) “Seda”, Alessandro Baricco, Anagrama, Barcelona, año 1997, pág. 63/4.(3) “Seda”, Alessandro Baricco, Anagrama, Barcelona, año 1997, pág. 74/5.

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